16 de abril de 2013

Relato Closer...


Él caminaba rápidamente por las oscuras calles de Nueva York intentando calmar las ansias de ella, pensar en estar nuevamente en ese lugar hacia que todos sus sentidos estuvieran alertas, su polla palpitaba dolorosamente, sus manos sudaban y su respiración cada vez era más acelerada, tomo un par de bocanadas de aire pero esto no servía para nada ya, cada vez su deseo era mayor, sus ansias de enterrarse en ese pequeño y dulce coño eran abrumadoras, se recargo contra una pared oscurecida por el paso del tiempo y se dejo caer en el suelo, no sabia que hacer, deseaba dar la vuelta, volver a casa, donde su mujer y sus pequeños lo esperan ansiosos para la cena del viernes pero no tenia el valor suficiente para dejarla esperando a pesar de que él era el “amo”, la verdad es que ella lo controlaba con solo una mirada de esos ojos ambarinos que lo traían completamente loco, lleno de dolor y frustración por su debilidad se levanto, siguió su camino con las manos en puños, prácticamente corriendo llego a ese lujoso apartamento frente al Central Park donde tres veces a la semana se encontraba con ella.

Entro ignorándola totalmente arrodillada frente a la puerta principal en esa posición de sumisión total que a él le encantaba ver en sus mujeres pero esta ves eso tan solo sirvió para elevar su enojo, boto su chaqueta en el primer sillón que encontró y camino hacia el bar, necesitada un poco de alcohol en su sistema que lo ayudara a controlar todas sus emociones, ella estaba allí esperando paciente el momento en que él decidiera tomarla, podrían pasar horas pero no se movería, camino lentamente hacia ella como acechando a su presa cosa que así era, se sentía como un tigre enjaulado y eso no seria nada bueno para ninguno de los dos, tenía que calmarse, debía hacerlo antes de que cometiera una estupidez y hay si todo se fuera al carajo. Se sentó en una silla frente a ella, simplemente observándola, recorriendo con su vista sus pequeñas curvas, esa espalda delicada, su cintura bien formada, sus caderas estrechas y ese culito respingón que con solo verlo lo ponía duro, Alan se froto las sienes lentamente no entendía en que momento el juego había cambiado tan drásticamente, todo iba tan bien hasta que esa bella mujer se metió no solo en su cama si no en su corazón, se bebió el ultimo sorbo de su trago lleno de rabia y alejo esos absurdos pensamientos de su mente, ellos tan solo eran “amo – sumisa” nada más.

Alan se levantó bruscamente tomando el brazo de la pequeña Anne y levantándola para quedar frente a frente aunque siendo sinceros él le sacaba dos cabezas a pesar de los tacones de vértigo que ella tenia puestos, repaso su cuerpo una vez más y no pudo evitar dejar salir un gruñido bajo, esa jodida ropa de encaje era una invitación a pecar y perderse en su cuerpo una y otra vez, paso sus vista por su rostro tan hermoso y lleno de vida digno de una jovencita de 22 años como lo era ella, sus ojos demostraban tanta admiración y amor que aparto su atención de ellos rápidamente negándose a reconocer ese sentimiento.

-Ve a la habitación, espérame tendida en la cama – no supo que más decir o hacer y ella contesto con un asentimiento y un suave “si amo”, la vio partir, caminaba lentamente con ese vaivén de caderas tan sexy que solo ella poseía, tomo su cabeza con ganas de arrancarla y poder escapar de todo este lío que era ahora su vida, la perdió de vista cuando entro al cuarto y él prácticamente corrió en busca de otro trago, se lo bebió rápidamente sin importarle el ardor de su garganta, dejo la copa sobre la encimera y camino lentamente despojándose de su camisa por el camino, al llegar a la puerta del cuarto pudo apreciar su bello cuerpo, admiro sus senos firmes subiendo y bajando gracias a su respiración acelerada, sin esperar a mas entro a la habitación, maldiciéndose por su falta de cordura y control, pero a su vez estaba lleno de excitación y adrenalina por poseer su cuerpo, alma y mente una vez más.

-Cierra los ojos y quédate muy quieta, no quiero un solo movimiento y mucho menos sonidos- camino hasta el armario donde estaban todos sus “juguetes”, tomando una gran bocanada de aire tomo unas cuantas tiras de seda negra y otras cuantas cosas que le servirían para enloquecerla poco a poco, soltando un suave suspiro se llenó de determinación, este era su verdadero yo, él hombre que amaba amarrar y amordazar a su mujer hasta llevarla al éxtasis total, no podía pensar en la última vez que el disfruto el sexo normal y aburrido que tenía con su mujer, ni siquiera recordó la última vez que sintió pasión o deseo por ella, la verdad siempre supo que a pesar de ser bella nunca lo podría satisfacer por completo, esas depravaciones y atrocidades como ella las llamaba nunca serian hechas en su alcoba.

Alan alejo esos pensamientos inmediatamente de su cabeza y decidió solo concentrarse en la bella mujer que estaba en esa cama tan dispuesta y paciente, se colocó sobre su cuerpo sintiendo el calor que ella emanaba, tomo una de sus delicadas manos y dejando varios besos húmedos por su brazo la ato a la cama, hizo lo mismo con cada una de sus piernas y el brazo que faltaba, él estaba como una puñetera moto solo de verla hay amarrada, podría jurar que el olor de su excitación ya llegaba hasta su nariz, llamándolo, necesitaba probarla, quería sentir su sabor una vez más pero él debía esperar, todo esto era para ella y su placer, nada más, se quitó lentamente de su cuerpo y pudo ver como ella hacia el intento de abrir sus ojos, chasqueo su lengua tomando una fina pañoleta del armario y la puso en sus ojos, su miembro dio una fuerte sacudida dentro de sus pantalones al ver la imagen tan erótica que tenía frente a él, su piel blanca bañada por la luz de la luna era algo perfecto, la suave seda rodeando cada una de sus extremidades impidiendo su movimiento era algo tan bello como tormentoso, nunca en sus años de vida había visto mujer como ella, Anne era todo y más de lo que nunca imagino, el día que la conoció sabía que ella era alguien sin igual, sus sonrojos y esa forma de ser como una niña traviesa ávida de conocimiento lo llevo a acercarse a ella, nunca en sus años como abogado vio a una joven tan comprometida con su trabajo, él se encargó de enseñarle y guiarla en el bufet que trabajaban, no fue fácil y menos por lo terca que siempre fue, pero poco a poco ella comprendió cual era la esencia de ese trabajo y a pasos agigantados fue sobresaliendo cada día más, lo que nunca cruzo por su mente es que ella llegara a ser la otra mitad de su alma, la mujer que lograría dominar ese ser salvaje y pasional que tenía dentro de él, nunca en sus años como Dom se había topado con un ser como ella, que a pesar de conocer todas sus facetas no le temiera, no pudo evitar sonreír al recordar cómo se sintió después de tomarla por primera vez, fue como una explosión que lleno de vida cada rincón de su cuerpo, ahora viéndola ahí sobre esas sabanas negras solo quería tomarla y quedarse enterrado en ella para siempre.

Camino lentamente absorbiendo esa imagen hasta quedar junto a la cama, se sentó allí y él sabía que ella lo sentía porque su respiración era cada vez más acelerada, paso sus manos por su abdomen hasta el comienzo de sus pechos pero sin tocar más allá, le gustaba hacerla esperar tentarla poco a poco con sus caricias, luego de un rato repartiendo suaves caricias por su cuerpo su polla pedía algo de acción así que sin poder esperar más por el deseo de ver eso que el pequeño encaje escondía tomo unas tijeras de la mesa de noche y procedió a cortar las finas tiras de su sujetador dejando al descubierto esos bellos pechos que tanto disfrutaba, sin esperar a mas se lanzó a ellos como un poseso, tener esas suaves cumbres en su boca era como comer el más delicioso dulce jamás creado, él se entretuvo con cada una de sus cumbres hasta dejarlas completamente llenas de su saliva y pidiendo por más atenciones, lentamente saco unas pequeñas pinzas del bolsillo de su pantalón, tomo un pezón en su boca halándolo antes de aprisionarlo, ella soltó un grito ahogado pero no pudo ni respirar cuando su otro pezón se vio bajo la misma prisión.

-shhhh nena ya pasara, respira lentamente- Alan no pudo aguantar más y en un santiamén se deshizo de sus pantalones y ese maldito slip que aprisionaba su miembro casi dolorosamente, ya estado completamente desnudo no pudo evitar pasar su mano por su erección mientras contemplaba a su bella sumisa, sin esperar a más se acomodó de tal forma que su erección quedara frente a la boca de ella, dio dos suaves golpes en esos labios rojos y ella abrió esa linda boquita permitiendo que su miembro entrara en ella, sin más ordenes comenzó a succionarlo como solo ella podía hacer, enterró las manos en su cabello y la guio marcando el ritmo, rápido, certero y efectivo, cada vez que su miembro entraba ella lo succionaba y cuando salía dejaba un reguero de lametazos en su largura, de vez en cuando el alargaba su mano y halaba un poco la cadena que unía ese par de pinzas que atormentaban sus senos, sin avisar el salió de su boca y ella tan solo hizo un sonidito de protesta que tan solo ignoro, se movió lentamente hasta llegar a su centro cubierto por su muy empapada tanga, paso sus dedos sobre ella tan solo para confirmar lo que sus ojos ya habían visto, sin esperar a más rasgo esa indecente prenda y llevo su boca hasta su sexo lamiendo todo lo que su cuerpo le daba, el sabor de su excitación era algo magnifico, tan dulce como ella, podría durar horas allí tan solo lamiéndola, pero por ahora ese no sería el caso, él sabía bien que ella estaba al borde, unas cuantas lamidas más y toda su esencia estaría en su boca pero aún no era momento, quería que el deseo creciera y creciera, así que se apartó de ella y tomo una pequeña bala vibratoria que había comprado hace tan solo un par de días, moría de ganas por ver como ese pequeño objeto elevaría el placer de su mujer lentamente.

-Vamos abre tu boquita y lame esto- ella atendió sus órdenes rápidamente y comenzó a lamer el juguete con gula, incitándolo, porque esos movimientos era los mismos que usaba en su pene, con una orden ella saco la bala de su boca e inmediatamente el comenzó a acariciar su botón, las sensaciones se reflejaban en su cara, las suaves vibraciones sobre su clítoris la ayudaban a excitarse aún más si es que era posible, cuando más humedad comenzó a brotar de su interior introdujo el pequeño artefacto en ella aumentando gradualmente la intensidad, ella mordía sus labios con fuerza así que él se acercó a su oído dejando un suave lametazo antes de susurrarle suavemente con su voz ronca y llena de deseo.

–Pequeña mía déjame escuchar esos sexys gemidos que solo tú puedes hacer, vamos complace a tu amo- todo lo que vino a continuación fue algo magnifico, los gemidos y grititos que ella pegaba eran sublimes, su cuerpo sabía que debía controlarse y lo hacía con una fuerza de voluntad maravillosa aguantando su clímax una y otra vez, las bolas de Alan pedían su liberación, ver el placer-sufrimiento de su pequeña era el mejor afrodisiaco, sus caderas subían y bajaban, sus muslos brillantes por su humedad lo llamaban así que sin esperar más saco la pequeña bala dejándola aún lado y entro en ella, su humedad era tanta que no tuvo problema alguna para irrumpir en su suave, húmedo y caliente canal, estirándose un poco soltó las ataduras de sus piernas e hizo que lo abrazara con ellas, sus embistes eran rudos, sabía bien que ninguno de los dos aguantaría mucho, todo el deseo acumulado en solo un par de días era monumental, tener esa puñetera erección latente casi todo el día lo tenía al borde de la locura y eso sin contar con todas sus culpas y remordimientos por seguir siendo infiel a su esposa, cerró los ojos con fuerza y desplazo de su mente todo pensamiento que no fuera acerca de su pequeña y entregada Anne, sus embistes eran cada vez más rudos y necesitados quería correrse llenarla con su simiente y que ella cubriera su duro falo con su esencia, que lo marcara como suyo una vez más.

-Vamos Anne córrete conmigo, dámelo todo nena quiero sentir tu dulce esencia sobre mi polla- sus palabras fueron el detonante para el orgasmo de ella y el suyo propio cada uno soltó el nombre del otro y sus bolas se vaciaron completamente en el interior de ella, marcándola, llenándola porque si ella era suya y solamente suya, se quedó arrodillado frente a ella respirando agitado, hizo que soltara lentamente sus piernas de su cadera y se movió sobre su cuerpo para soltar sus rosados pezones, primero uno, lo lamio y chupo para que su circulación fluyera normal una vez más, luego hizo lo mismo con el otro, ella gimió suavemente por la molestia que él calmo inmediatamente con su boca, sus cuerpos estaban sudorosos, el olor a sexo los rodeaba completamente y la sonrisa que los dos tenían era algo único, luego de un rato el desato sus brazos y los acaricio suavemente con mimo, por ultimo saco la tela que cubría sus ojos, ella poco a poco fue abriéndolos acostumbrándose a la tenue luz, sin poder esperar más los dos se lanzaron uno al otro juntando sus bocas en un beso rudo, lleno de pasión y deseo, sus lenguas empezaron una batalla que ninguno ganaría, sus cuerpos se juntaron de nuevo de tal forma que nadie podría saber dónde terminada uno y comenzaba el otro, poco a poco su beso se fue convirtiendo en algo más lento, solo se saboreaban se hacían el amor lenta y dulcemente con sus bocas, se separaron casi rayando en la pereza de dejar la boca del otro, cuando se separaron por fin tan solo se miraron a los ojos, Alan olvido todas sus dudas y remordimientos, ella era la indicada, era la mujer perfecta para él, desde siempre una parte de su corazón lo sabía y su cuerpo se lo confirmo.

-Te amo pequeña mía- No pudo contener las enormes ganas de abrazarla y retenerla a su lado, parar el tiempo y quedarse junto a ella para siempre eran su mayor deseo, respiro lentamente absorbiendo el olor de su suave cabello, ella se separó unos centímetros de su piel y dejo un suave beso sobre su corazón mientras le decía cuanto lo amaba y cuán importante era para ella, él solo dejo que esas palabras se instalaran en lo profundo de su ser llenándolo por unos instantes de dicha y felicidad pero más rápido de lo que pudo pensar su subconsciente lo devolvía a la realidad, dejo un suave beso en su frente y se levantó de la cama lentamente dándole la espalda, tomando la más dolorosa decisión pero la mejor para los dos, no sabía que decir, ¿cómo afrontar la separación cuando ella era el amor de su vida?.

Anne no entendía el porqué de su reacción intento tocarlo pero su cuerpo estaba rígido como si tratara de controlarse, ella gateo sobre la cama hasta quedar junto a él pero rápidamente se levantó cuando la sintió cerca suyo, ese movimiento rompió su corazón un poco más, ella no sabía que hacer así que intentando infundirse valor tomando una de las sabanas y tapando su cuerpo desnudo, se paró frente a él, tomo su rostro en sus manos y pudo ver la gran determinación que poco a poco se reflejaba en sus duras facciones, sin que dijera nada ella sabía la decisión que había tomado, era solo cuestión de tiempo pero nunca pensó que el momento de decir adiós llegaría tan pronto, lentamente soltó su rostro y todo estaba claro, la dejaría, ella ahogo un grito y un gemido lastimero antes de girarse e intentar abandonar ese maldito lugar para siempre, “joder Anne es obvio, él no te ama sus palabras ha sido un puto engaño para poderte follar como se le diera la gana” se repetía mientras intentaba que sus pies se movieran más rápido, entro al cuarto donde tenía todo lo que había comprado para ella, intento respirar y controlar las malditas ganas de llorar, no entendía como pudo ser tan ingenua al pensar que él dejaría a su bella mujer y a sus hijos por una tonta jovencita que intento jugar a ser la perfecta sumisa para él, enojada tomo su ropa, su verdadera ropa, nada de tacones o prendas sexys, por una vez deseo poder sentirse como la antigua Anne, la que dejo su pueblo y su familia para ir a New York y ser la mejor abogada defensora, pero tan solo termino siendo la puta de su mentor, ella rio amargamente mientras acababa de vestirse y salía como un bólido, un fuerte agarre en su brazo detuvo su andar y por primera vez en meses enfrento su mirada sin un ápice de respeto, en cambio mostro todo el dolor y frustración que ahora recorría todo su cuerpo, dio un fuerte jalón soltándose de su agarre y se cruzó de brazos enfrentándolo.

-Para esto de una vez Alan, por favor, ya lo entendí todo, el juego acabo, okey, lo entiendo, ten por seguro que nunca diré nada, ahora, solo déjame ir ve y busca a otra muchachita a la cual puedas follar y engañar porque yo ya no aguanto más esto- Alan abrió exageradamente sus ojos al verla tan herida pero decidida a la vez, y solo pudo cerrar los ojos para dejar de ver a su pequeña tan herida.

-Sabes bien que esto nunca fue un juego, cada palabra, cada sentimiento fue sincero, pero todo es complicado, yo no deseo a nadie más que a ti- ella negaba, no deseaba ir sus mentiras, sabía bien que si lo escuchaba caería en sus redes una vez más y solamente seguiría siendo la otra, a la que se tira tres veces a la semana para complacer sus deseos de someter a alguien más.

-Yo me canse de ser tu puta, te mostré sumisión, respeto y a cambio que recibí, tener el puesto de la otra, a la que vienes varias veces a la semana, la follas como se te antoja y luego te largas con tu mujer a seguir fingiendo ser la perfecta familia- no pudo contener más el dolor, se sentía usada, traicionada, pero sobretodo tenía su corazón hecho pedazos, un torrente de lágrimas salieron de sus ojos pero inmediatamente las limpio para hacerle frente a ese hombre, ella alzo la mano para detenerlo antes de que hablara o siquiera pensara en acercarse.

–No más Alan deja de verme como si te interesara en lo más mínimo, yo… yo siempre fui sincera, te amé, te amo y te amare cada día de mi vida eso lo sabes pero no por eso debo estar siempre en las sombras esperando el momento en que el amo decida venir por mí, puedo sonar egoísta pero yo no tengo porque esconder esto que siento, joder amar no es un pecado!!!!!, ¿por qué debo esconder lo que siento?, dímelo! – no pudo evitar gritar la frustración llenaba cada parte de su ser pero antes de si quiera dejar que él organizara una oración clavo sus ojos en los de él dejándolo completamente helado.

-Sabes, no digas nada que yo sé muy bien la respuesta, porque eres casado, porque yo simplemente fui la otra, con la que te revolcaste para saciar tu sed de dominación ya que tú mujercita es una señora refinada y estirada que si la jodes así se manchara y te tildara de enfermo, pero sabes deja que la sumisa le dé un consejo al amo, el día que enfrentes en verdad lo que eres y dejes de estar tras esa fachada de esposo ideal que le encanta el sexo tradicional y vainilla podrás ser feliz- vio cómo iba a replicar y ella solo negó pidiéndole silencio, su rostro lleno de dolor la hirió mucho más pero era momento de que por una vez en la vida él la escuchara, no como su sumisa sino como Anne.

-En realidad a mí no me debes una sola explicación pero respóndete lo siguiente ¿enserio tienes las suficientes agallas para afrontar la vida? ¿Crees que podrás vivir el resto de tu vida en la burbuja de mentiras que has creado para agradarle a los demás?, no quiero que digas nada, piensa las cosas, por lo que se de ti y este mundo, esto no es pecado, la vida es solo una Alan y si la vives a medias el día en que debamos partir nos arrepentiremos por no haberla disfrutado, se bien que soy joven pero gracias a ti madure y logre ver que hay muchas más cosas allá afuera, pero nuestro tiempo ha acabado por ahora, te deseo que seas feliz pero sobre todo espero que puedas arreglar toda esa maraña de pensamientos que día a día consumen tu cabeza, eres muy joven para que sigas llenando tu vida de dolor- lentamente ella se acercó y dejo un suave y casto beso en sus labios, ya estaba decidida, tan pronto como llegara el lunes enviaría su renuncia al bufet y regresaría a casa con su familia, intentaría curar un poco su corazón y luego retomaría su vida, ya vería que sería de su trabajo pero por ahora lo mejor era poner distancia entre ese hermoso hombre y ella, salió sin mirar atrás las cosas eran mejor así, tomo un taxi, al llegar a su apartamento tan solo pudo despojarse de su ropa y se dejó caer en la cama hecha un ovillo, en ese lugar bajo la penumbra dejo salir todo el dolor, las lágrimas nublaron su vista y su garganta se desgarro por el grito que pego, su mundo se había venido abajo, sus ilusiones quedaron hechas pedazos, no supo cuánto lloro, si era día o noche cuando el dolor la sumió en un profundo sueño de pesadillas y recuerdos tormentosos.


Relato creado por Paola Amado Tusso

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