5 de mayo de 2013

2º Parte de Closer...





Alan estaba allí aún no sabía que había pasado, quiso seguirla pedirle que no lo dejara pero sus pies no reaccionaron, tan solo sintió como el frío lo rodeo dejándolo con un bruma de soledad que hizo que sus piernas flaquearan y cayera al piso, se quedó allí arrodillado dejando que sus lágrimas corrieran libremente por su cara, hacía muchos años no llorada, desde la muerte de su madre para ser más exactos pero con la partida de Anne una vez más se sintió desamparado y más solo que nunca, la mujer que más amo en su vida se marchó por su maldito egoísmo, ella lo espero tanto tiempo como pudo, era entendible que se había cansado de estar a la sombra de todo, ella merecía el lugar principal en todo, pero sobretodo en su vida, pero el miedo a las habladurías había cegado su juicio y ahora todo había terminado.
Al pasar el tiempo sintió a lo lejos como una suave melodía sonaba, se levantó sin ganas sabiendo que la locutora de esa llamada no era la mujer que amaba sino Danna, tan solo al contestar escucho los gritos histéricos de su mujer por no haber aparecido en la cena y mucho menos avisado, él tan solo pudo decir que un caso había fallado pero que ya iba a casa, casi por inercia se dio un baño tratando de borrar todo rastro de ella en su piel ya que en su mente y corazón siempre estaría presente, tomo sus cosas lentamente, salió de ese lugar que había sido testigo de tantos encuentro apasionados y llenos de amor

 Al salir al frío de la noche una ráfaga de viento azoto su cara haciendo que despertara un poco de su letargo, camino rápidamente hacia el parking donde había dejado su auto, sin pensar en más tomo las llaves y encendió el auto, en menos de lo que pensó llego a su “hogar” todo estaba apagado a excepción de la tenue luz que reflejaba la lámpara de mesa en su habitación, su mujer estaba como siempre con una suave pijama de satén recostada leyendo una revista de ciencia, ella lo miro enojada pero al ver su rostro desfigurado por el dolor cualquier sentimiento de enojo la abandono y tan solo pudo caminar hacia él para a traerlo a sus brazos, él se aferró a ella pero inmediata mente repudio ese tacto, esa no era su pequeña, no era ella, lentamente Danna lo despojo de sus ropas y lo llevo a la cama besándolo con mimo y ternura, pero él quería un beso rudo, doloroso, que le hiciera olvidar como todo se había vuelto una mierda, pero sabía bien que a ella no podía besarle así, siguió ese beso lentamente casi con desgano pero no podía hacerle eso a ella, lentamente los giro y saco su ropa lentamente acariciando su piel, no deseaba tener ese sexo lento y mimoso pero debía hacerlo, debía demostrarse así mismo que era mejor seguir así aunque su subconsciente gritaba ahora que era un maldito mentiroso que Anne era la única que podía satisfacerlo, alejo esos pensamientos de su cabeza mientras daba suaves besos de mariposa por el cuerpo de su esposa.

Ella gemía suavemente casi con pena, su mano se movió lentamente hacia el sur y la acaricio lentamente, quería comerle el centro, de una vez desengañarse y ver que su mujer sabría mejor pero no podía, ese acto era repudiado por ella, odiaba la idea de que él pusiera su boca en ella y aún más aborrecía la idea de poner su boca en el pene de él, se excusaba diciendo que eso era un acto sucio que una mujer decente nunca haría, Alan lentamente acaricio a su mujer sin pensar saco su ropa quedando completamente desnudo, ella lo miro con deseo pero sin esa chispa animal que deseaba que saliera en ella, volvió a su posición sobre ella y entro suavemente, sus embestidas eran lentas, le fastidiaba hacer eso, odiaba hacer el misionero, odiaba que ella no se moviera que no lo incitara, odiaba que cuando sabía que se iba a correr debía salir de ella porque no deseaba su semilla, esta vez todo fue igual le dio un par de orgasmos y cuando estaba llegando a sentir un mínimo placer ella lo hizo salir, terminando frustrado y de mal humor, camino hacia el baño y tomo una ducha de agua fría, él nunca se había masturbado y nunca tuvo que hacerlo, la verdad es que antes de siquiera poder pensar en correrse su miembro ya estaba flácido gracias a los absurdos murmullos para que abandonara su interior, él no pudo recordar porque tenía asco a que eyaculara dentro de ella, sabía bien que no era por quedar en embarazo ya que ella misma quiso hacer un procedimiento quirúrgico para no tener más hijos y él lo acepto, paso un buen rato debajo del agua intentando entender las cosas pero no pudo, tal vez fue porque muy dentro suyo sabía que eso no le interesaba en absoluto, lo único que ahora quería era correr y hacer que Anne volviera a su vida, suspiro frustrado y alejo esas estúpidas ideas de su cabeza, las cosas eran mejor así y debía acostumbrarse al sexo aburrido con su mujer porque de lo que si estaba seguro es que nunca más buscaría una nueva sumisa, salió de la ducha y seco su cuerpo lentamente, se colocó de mala manera la estúpida pijama de cuadros que su mujer había dejado para él en el baño, ya que para ella el que durmiera desnudo era una falta de moral y respeto, refunfuño amargado, él odiaba dormir así, aborrecía tener que usar eso solo porque su mujercita quería preservar la moral que sus padres tanto habían inculcado en ella.

Salió del baño y ya todo estaba en penumbras, camino lentamente hacia su lado de la cama y se acostó dándole la espalda imitando la postura que ella había tomado, suspiro cansado pero no pudo dormir, cada vez que cerraba sus ojos veía el rostro triste de su pequeña, se sentía cada segundo más frustrado y culpable, si nunca se hubiera fijado en ella, si hubiera seguido sus estrictos códigos de conducta ahora todo sería como en el pasado, sin preocupaciones, con el estúpido sexo vainilla peor sobre todo con su mundo en orden, dio un par de vueltas en la cama desesperado hasta que oyó los quejidos de su acompañante por no quedarse quieto, ya más cabreado que frustrado hizo a un lado la cobijas y salió del cuarto, camino por la casa y vio a sus dos pequeños cada uno en su habitación profundamente dormidos, se veían tan inocentes que un gran dolor se instaló en su corazón, cuando Danna quedo embarazada él se casó con ella más por cuestiones morales que cualquier otra cosa, pero en el momento que nació su primogénito el quedo alucinado, ese pequeño arropado en esa tierna cobija azul se robó su corazón.

Su madre decía que era igual a él y no se equivocaba, sus ojos grises y su cabello negro como la noche eras iguales a los de él sin contar con que sus facciones eran una copia idéntica a las de él, desde ese día su mundo cambio intento llevar una vida feliz con su mujer y lo logro por un tiempo, tomo sus más oscuros deseos y los guardo en un rincón de su ser, él tan solo deseaba darle lo mejor a su hijo y a pesar de que la mayoría de las personas apostaban en su contra el pequeño Alan con apenas 18 años logro una beca en la universidad de Columbia al tiempo que trabajaba en el bufet de su padre como mensajero, los años de universidad fueron realmente duros pero al final pudo sacar su carrera adelante y obtuvo su diploma con honores, luego de su ceremonia de grabo recibió varias ofertas de trabajo pero decidió quedarse con su padre y seguir el legado de su familia, todo iba de maravilla y allí fue cuando luego de una noche de copas y una sesión de sexo engendro a su pequeña, la idea de tener una hija lo tenía eufórico y ni que decir que a su pequeño Jeremy que no podía aguantar la espera para conocer a su pequeña “hermanita” la única que no estaba entusiasmada era Danna ella nunca quiso otro hijo pero por su educación debía tener a su bebé, el día en que nació la pequeña April ninguno de los hombres de la familia cabía de la dicha, era tan pequeñita y hermosa que parecía un sueño, sus ojos eran azules con un toque de gris en el borde, sus mejillas sonrosadas y su cabello castaño la hacían ver como una bella muñequita.

Alan sonrió al regresar de sus recuerdos ahora veía a sus dos pequeños, Jeremy de nueve y la pequeña April de cuatro, siguió su camino y solo podía pensar en hacer lo mejor para ellos, sabía que una parte de él moriría si seguía así pero el simple hecho de pensar en alejar a sus hijos de su madre o él verse obligado a dejarlos lo perturbaba, no podía hacer algo así, llego a su estudio y sin pensarlo dos veces se encerró allí, tomo un vaso y sirvió un trago, necesitaba relajarse aunque fuera solo un poco, el pensar sobre que era correcto o no lo tenía agotado, una parte de él la egoísta y dominante gritaba porque no permitiera que Anne se alejara de él, que siguiera todo igual que la persuadiera pero su parte enamorada le pedía que la dejara libre que ella merecía ser feliz, además no podía olvidar a sus hijos y Danna ellos también merecían su felicidad, cosa que él debía lograr a toda costa así fuera dejando su propia felicidad a un lado.

Relato escrito por; Paola Amado Tusso


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